nuestras huellas en la arena
Se perdieron nuestras huellas en la arena el mismo día que comenzamos a caminar sobre ella, porque eso es lo que somos: exploradores de nuestras propias vidas.
Lo único que quedará de nuestros pasos serán los restos del naufragio dispersos en la arena como una fina línea de puntos abandonados que nadie unirá.
Ese será el inventario que, en un futuro que intuyo no muy lejano, dejaré tras de mí: allí quedarán las gafas azules de cristales redondos que reparé hasta que pude ahorrar para comprar otras (aunque mi triste vanidad me hizo afirmar que no encontraba tiempo para ir a la óptica). Un poco más adelante, casi irreconocible, el cartucho metálico de la pluma que me regalaste porque iba a ser escritor, ¿te acuerdas?. Y, quién sabe, quizás emerja del olvido la carcasa desgastada de mi primera cámara digital, una Olympus empeñada en que el mundo fuese borroso… porque iba a ser fotógrafo, ¿te acuerdas?
Son huellas solitarias que pronto dejarán de existir, como si la persona que las hubiese trazado se hubiese desvanecido en el aire, porque eso es exactamente lo que sucederá. Puff, y la nada, como un viejo truco de magia sin aplausos ni público. Te vas de la misma forma que llegas: en completa soledad.
Esas huellas, nuestras huellas, desaparecerán y nunca serán seguidas por otras más pequeñas porque nunca tuvimos hijos. Consideré, aún lo sigo pensando, una insensatez enrolar a otro soldado en este ejército de desahuciados que vaga sobre un planeta tan cansado. Tú lo aceptaste, como aceptaste tantas otras cosas. Aún me pregunto el motivo de esa resignación… nunca supiste escapar de tu destino, sospecho.
Es lo malo de las huellas: te llevan en una dirección, pero nunca tienes forma de saber si es la correcta. Si preguntas, todos te dirán que sí, que van exactamente al lugar a donde quieren ir, que estaba todo planificado hasta el más nimio de los detalles.
Qué otra cosa te van a decir, pobres locos.
11 Comments
Eva
Quizás no sea necesario dejar huella y aceptar las reglas del juego. Fundirnos en el mar como la espuma que somos, rememorando la suerte de la pequeña sirena de Andersen (tan lejos del final feliz de Disney), porque aunque algún eco de lo que fuimos permaneciera en los que nos han conocido (hijos, amigos… humildes lectores) es cuestión de tiempo que también desaparezca, y está bien así.
Feliz domingo Beausant
Cabrónidas
De nosotros solo quedarán nuestros blogs. Y ni eso, porque cuando ya no estemos, nuestros blogs no los visitará nadie. Se quedarán sin actualizar. Serán como callejones sin salida. O mejor: como caminos que no van a ninguna parte.
gabiliante
Imagina la cantidad de huellas que hsy, casi todas invisibles para todo el que no sea su protagonistas. Si pusieras hilos, como en los cuadros esos de las comisarías en las pelis para buscar un asesino, uniendo todas las huellas, no sé podria ni salir a la calle.
Así que todo está bien. Si se conservarán las huellas , los futuros humanos no creo que les dieran laisma importancia que le damos cada uno de nosotros.
Abrazooo
José A. García
Todos vamos más o menos en la misma dirección, hacia el único final posible.
Saludos,
J.
Beauséant
Pues también es verdad, Eva, empeñarse en llevar la contraria a lo que es el ritmo de la vida sólo trae amargura. Llegamos, nos vamos y, entre medias, hacemos lo que podemos… Mis ovejitas viajeras llegaron a esa conclusión no hace mucho: ¿Sabéis qué?, no nos importa no aparecer en esas páginas porque somos así de modestas, ni tan siquiera escribimos nuestra propia historia. Las ovejitas no estamos interesadas en la inmortalidad. Sabemos que nadie recordará nuestro nombre y eso nos parece lo mejor que puede decirse de alguien: que nació en silencio, vivió sin dejar una nueva cicatriz sobre la cansada piel del mundo y que murió sin ser recordado.
Algunos caminos a ninguna parte, Cabrónidas, son bonitos, ¿no te parece? Es una pena llegar a un blog y ver que lleva años sin decir nada, pero a veces encuentras cosas interesantes en ellos. En mi caso, la desaparición será completa, en cuanto deje de pagar por este pequeño sitio, desaparecerá del todo.
No podríamos caminar bajo todo ese peso, gabiliante, tienes razón. Sería como hacernos responsables de todo lo ocurrido, no habría un lugar para poder vivir nuestras vidas.
Cambia la manera en lo que vamos en esa dirección, José A. García, quizás sea lo único que podemos decidir, ¿verdad?
Ángeles
Creo que empeñarse en dejar huella de alguna manera sólo hace que nos hundamos en la arena. Si ha de quedar alguna huella será porque los demás considren que nuestros pasos tuvieron alguna relevancia. A nosotros debería bastarnos con recorrer nuestro camino con la mayor elegancia posible 🙂
Milena
Es verdad, Beauséant, somos ‘exploradores de nuestras propias vidas’, y aunque haya hijos y nietos (algo que para mí es un bálsamo vital), nuestra huella no es indeleble, es impepinablemente efímera…
Mento
A mí nunca me ha importado eso de que me recuerden o dejar algo. Siempre he sido bastante práctica para vivir, a pesar de mi corazón inquieto. Al finde cuentas lo que importa es vivir y lo que hacemos mientras lo estamos. Las buenas obras suelen ser recordadas más que las personas. Más que cualquier otro acontecimiento. A veces olvidamos eso al invertir nuestro tiempo en tantas gilipolleces. A mí me pasa a veces.
Ah…. Y no nacemos solos. Ya te lo digo yo que he parido a dolor (sin epidural) dos veces. Aunque no te niego que la frase quede literaria cuando decimos que morimos solos como nacemos. Ya te digo yo que Lucy si tiene que nacer sola en las condiciones que vino al mundo, no estaría ahora dando tanta guerra. 😉😋
Etienne
Hay huellas que perduran, otras que inmediatamente desaparecen. Lo que trato de no hacer es vivir para las huellas, si no que se produzcan y luego ellas vivan su propio destino. Algunas marcaran a algunos cientos, otras serán invisibles. Y tratar de no depender de ellas, si no, mirar hacia adelante y seguir el camino hasta donde nos lleve.
Indefectible que seamos olvidados.
ilse Gloria
Con respecto a huellas creo que todos dejamos sobretodo en el circulo mas cercano,dejamos huellas en todo lo que hacemos(bien o mal),creo tambien que lo hacemos sin querer,no obstante es normal de lo contrario no pasamos por esta vida y eso si que considero triste.Buenisima entrada.Te dejo un gran abrazo!
María
Es cierto que vivimos tiempos oscuros, terrible y dolorosamente oscuros, mi querido BEAU, pero me temo que a ti se te ha metido toda esa oscuridad dentro en estas últimas entradas y no lo digo sólo por las imágenes en blanco y negro, son bellísimas igualmente y curiosas … ese tendido ¿ de luz de la primera? ¿ con cosas colgando? Como dibujos a carboncillo brillante… lo digo sobre todo por el desgarrador mensaje lleno de desaliento y soledad que destilan. Como sabes hace poco he visto a la muerte de cerca, le he visto los ojos en los de ella y no se fue sola, te aseguro que no.. al irse en su gesto no había amargura, ni miedo, ni nada de lo que provoca la soledad desgarradora .. había serenidad, dulzura y mucha paz, nadie que se vaya sólo, solísimo que parece es la idea sobre la que giras últimamente se siente así.. aun pecando de pesada, porque ya te lo dije en la otra entrada… Creo que nuestras huellas, si acaso, son invisibles, de hecho creo que nada tan permanente como lo invisible .. y sí, serán otros y no nosotros, quienes unan esos puntos.. No tienen porque ser hijos… esa persona a la que preguntas si recuerda .. ¿ de verdad crees que en ella, no ha quedado impresa tu huella? … segurísimo que sí, si hasta en letras dejas huella ; ) Un beso! y .. ¿un fósforo, una lucecita? .. ¿una antorcha, una fogata? : )