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crisis

El camión que transportaba nuestro luminoso futuro se ha quedado atascado en las arenas movedizas del progreso. Aquel armatoste herrumbroso que llevaba años arrastrando sus ruedas, convertido en el símbolo de nuestra marcha incesante hacia un destino prometido, nos había traicionado.

Nadie expresó queja alguna porque cuestionar su estado se consideraba traición. Era una reliquia sagrada de los “Tiempos Mejores”, una idea que nos mantenía en movimiento, el norte que nos guiaba.

Nos miramos unos a otros con el ceño fruncido y los labios apretados deseando encontrar culpables a nuestro alrededor. Algo que explicase como un instante antes nada se interponía ante nuestros ojos y, de repente, nos encontrásemos detenidos, con las ruedas delanteras girando sobre la arena inútiles como una promesa rota.

Alrededor del camión comenzó a surgir una confusión de ideas desesperadas, quejas y silencios. Por suerte, enseguida vimos llegar a nuestro amado líder, decidido a cortar de raíz los murmullos de los cínicos y agoreros que siempre planean sobre nuestras cabezas.

Él, con la seguridad de un emperador que jamás ha visto batalla alguna, se elevó sobre nosotros. Subido a la caja del camión evaluaba la situación desde las alturas, como si desde allí pudiera ver lo que nosotros no alcanzábamos. Tras su augusta persona, se subió en tropel un desordenado ejército de consejeros, asesores, y una amalgama indistinguible de esposas, maridos, amantes y correveidiles. Al final del todo, porque los últimos serán los primeros, una retahíla de animales domésticos de dos y cuatro patas.

Desde abajo los observábamos con la parsimonia de ovejas aguardando la dirección del pastor, sin atrevernos a dudar sobre la existencia del prometido pasto. Cuando todos los elegidos estaban colocados confortablemente en el camión, nuestro amado líder asintió con firmeza y nos ofreció la luz de sus ojos que eran como una linterna que iluminaba nuestros corazones.

Escuchadme, gritó con una voz que parecía surgir de lo más profundo de nuestro ser. Como si ambas cosas, su voz y nuestros pensamientos, fuesen una misma cosa. Soy consciente de lo complicado de la situación. Conozco vuestros miedos porque los siento como propios, pero también sé que si empujáis con fuerza, si sacrificáis todo lo que tenéis, entonces todos los que estamos subidos al camión lograremos salir de esta complicada situación.

Y entonces, todos asentimos al unísono, convencidos de la grandeza de sus palabras. Sin dudarlo, comenzamos a empujar. El camión parecía un ente inamovible, una de esas montañas que nos observaban geológicas desde la distancia, pero no cedimos en nuestro empeño. Los cuerpos encogidos, las gargantas rotas, cada músculo en tensión, empujar y empujar… las rodillas enterradas en la arena, los corazones a punto de explotar, empujar y empujar…

¡Se mueve! , gritó alguien al borde del llanto. ¡Lo noto!, exclamó otro alguien.

Era cierto, el camión, como respondiendo a nuestras súplicas, dio un saltito decidido hacia adelante. Sus ejes, con un lento crujido, se desembarazaron del oxido que los corroía y comenzaron a girar despacio.

Arriba, el líder saludaba a la multitud entre los abrazos y lágrimas que se desbordaban a su alrededor. Detrás de nosotros, cinco o seis cuerpos yacían rotos por el esfuerzo. No pensábamos en ellos. No los enterramos. No había tiempo para la congoja.

El futuro nos aguarda.

Empujar y empujar.

9 Comments

  • El asceta

    Pues… La imagen que dibujas con mil palabras es más poderosa que la imagen a secas. No sé si ponerme a llorar por el futuro que nos aguarda. Quiero pensar que es posible cambiar el devenir de la humanidad si tomamos consciencia de la fuerza de la unión. Esa unidad que es real cuando la ficción es que somos entes separados. Energéticamente somos uno y si entendemos esto, todo cambia.

  • Maria

    En esta vida siempre hay un lider que es el que manda, y el que promete, los demás somos ovejas, los que obedecemos, los que pagamos impuestos, los que nos sacrificamos. La verdad es que has narrado esta historia ficticia que parece tan real como la vida misma. Me ha gustado el ejemplo que has puesto. El futuro no lo veo muy agradable que digamos. No sé dónde vamos. Prefiero quedarme donde estoy, que aunque no es tan bueno, pero lo conozco, porque el futuro lo veo algo negro.

    Un abrazo.

  • laacantha

    Hoy vi en el canal Historia “Top 10” sobre diez masacres más grandes y terrorificas de la historia de la Humanidad empezando del siglo siete antes de Cristo . Me estrecé ,pero todavía más me sprprendí que ha poco cambiado la mentalidad de los seres humanos , seguimos los mismos. Olvidamos las guerras y construimos el futuro con las mismas ilusiones, hasta la siguiente guerra. Nos mantiene la ilusión del futuro luminoso seguimos las palabras de los lideres , tenemos que creer en algo o en alguien , es la escencia del un ser humano para bueno y para malo.

  • Eva

    Hay una canción de Brassens que habla de morir por las ideas, y de como los lidéres empujan al “pueblo” a que lo hagan, sentados cómodamente en sus despachos (“encima del camión”). Lo siento, conmigo que no cuente el que no empuje a mi lado.
    Gráficas palabras, Beausant, siempre es lo mismo.

  • gabiliante

    El tipico “ténnico”, que afortunadamente no nos obsequió con un tan complicado como estupido plan de rescate.
    Simplemente nos dice ” cabrones, arregladlo vosotros, yo os digo cuando empujar.”
    El unico aliciente seria empujar mas fuerte de lo previsto, y que el orador cayera y abollara con la cabeza el fondo del volquete, a ver si se le olvidaba lo de mandar.
    Abrazooo

  • Mucha

    dame la mano vine a buscarte encontraremos seguro el lugar mas oscuro para tocarnos Te amo Le dice él mientras ella le contesta quiero calentarme para hacerte mio Dios mediante
    Cuando esttoy caliente te amo

  • Toro Salvaje

    Me has hecho recordar el primer trabajo que tuve… antes de los 18 años… una empresa donde a veces había que hacer horas extras (que no nos pagaban) en función de la demanda… cuando eso ocurría venía el jefe y nos decía que la empresa era una piña, que todos a una teníamos que colaborar para seguir adelante y bla bla bla… y claro de pagar las horas extras ni hablar… y yo siempre pensaba que la empresa era una piña pero que los piñones eran todos para él.
    8 meses estuve allí… no le sentó muy bien que me negara a hacer más horas extras gratis.

    Saludos.

  • Beauséant

    Es el futuro que veo a mi alrededor, El asceta, lo terrible es que sí, nuestra unión podría cambiarlo todo, pero en el fondo no lo haremos. No queremos quitar los reyes para poner otra cosa, lo que queremos es ser reyes. Es decir no tenemos problemas con un sistema injusto, lo que queremos es que sea injusto a nuestro favor… En cuanto nos dejan, nos subimos al camión.


    Somos ovejitas en manos de lobos, MARIA, cada año los lobos nos prometen cambios y, como ovejitas obedientes que somos, nos creemos todo lo que nos digan. El futuro nos acabará pasando por encima.


    Es algo extraño, tienes razón, laacantha, hay algo en nuestra genética, en nuestra forma de entender el mundo, que es destructiva. Parece que cada pocas décadas necesitamos prenderle fuego a todo para volver a empezar.. y, claro, tienes razón, necesitamos creer, nuestra necesidad de creer nos impulsa a intentar las mismas cosas una y otra vez, a volver a votar las mismas palabras vacías.


    Ese es el problema, EVA, como decía en el primer comentario. Hay demasiadas personas deseando subirse en el camión, si todos se pusiesen de acuerdo para dejar el camión hundido en la arena, no habría problema, pero en el fondo queremos, deseamos subirnos al camión… y así nada cambiará.


    Alguien ocuparía su lugar, gabiliante, se subiría al camión prometiendo cambios, nuevas ideas, nada de empujar, eso se ha acabado, y los diez minutos diría que la situación es complicada, que hace falta un esfuerzo pero, bla, bla, bla… así que nada, otra vez a empujar el puñetero camión 😉


    Lo de las calenturas debe ser cosa del cambio climático, MUCHA, por aquí hace frío y llueve…


    La faena, TORO SALVAJE, es cuando no tienes esa capacidad de maniobra, cuando has abrazado tanto al sistema que ya no puedes vivir sin él. Cuando de esa mierda de trabajo y de todas esas horas extras obligadas depende tu familia, el poder comer… esas empresas y esos jefes se nutren de los desesperados… y sí, de los idiotas, que también los hay, que piensan que heredarán la empresa, que suyo será un lugar en el camión al lado de los líderes…. pobres estúpidos.

  • Cabrónidas

    Es una historia mil veces repetida en el tiempo. Por un lado el tipo subido en la zona elevada del camión: el pobre harto de pan, el jefecillo endiosado, el lameculos con galones, el preferido del gran jefe, el predilecto del terrateniente, del señorito, mandando, ordenando. Y en la parte baja, donde está el trabajo y el desgaste, los pobres, los oprimidos, los esclavos, los menos favorecidos obligados a obedecer, y por ende a empujar, porque es lo que hay, y no hay otra.

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